domingo, 28 de noviembre de 2010

Parte 9

LA FILOSOFÍA FRANCESA DEL SIGLO XIX

El pensamiento filosófico francés del siglo XIX esté dominado por el positivismo de Comte. Pero a par de esta tendencia totalizadora, que termina degenerando en una grotesca parodia del culto católico, coexisten otras corrientes de cierta importancia: así el espiritualismo de Alfredo Fouillée (1838-191 2) y de Víctor Cousin (1892-1867) y el neocriticismo de Carlos Renouvier (1815-1903).

A. ESPIRITUALISMO Y NEOCRITICISMO

A Fouillée se debe la formulación del sistema de las ideas-fuerzas, que consiste en considerar que la idea no es tan solo una representación .mental, sino un "principio que tiende a realizarse". "Así, explica Reinach, en la controversia entre libre arbitrio y determinismo, concluye que ambas tesis se apoyan en argumentos irrefutables, pero que el hombre posee la idea de la libertad y que esa idea le hace libre; parejamente, la idea de justicia nos hace justos, y la idea de moral, que es un hecho de conciencia, nos lleva a la moralidad."98
Cousin profesó una doctrina ecléctica de signo espiritualista. -"Los sistemas filosóficos, escribió, no son la filosofía: la filosofía los sobrepasa con toda la superioridad de un principio respecto de sus aplicaciones. Los sistemas se esfuerzan por realizar la idea de la filosofía, así como las instituciones civiles se esfuerzan por realizar la idea de la justicia". Cousin asumió siempre posiciones intermedias y conciliadoras, pero afirmando a la razón como árbitro supremo.
Renouvier, ya en su madurez, intentó conciliar los sistemas de Hume y de Kant, pero en realidad asumió una posición muy original. Afirma que el nuómeno kantiano es "un vestigio de la metafísica escolástica"; que lo continuo es una ilusión; que la tesis de Hegel respecto a la identidad de los contrarios es insensata, y que los actos libres no son efectos sin causa, toda vez que su causa es el hombre mismo. Por lo demás, consideró que si la naturaleza debe ser explicada matemática y mecánicamente, lo cierto es que el mecanismo no es otra cosa que la apariencia exterior de esa misma naturaleza, en la que subyace esencialmente el pensamiento.
Examinaremos inicialmente el sistema positivista de Comte, y luégo lo que pudiera calificarse de "psicologismo vitalista", es decir, los aportes de un pensador francés que constituye un eslabón intelectual entre el Siglo XIX y el Siglo XX: Henri Bergson (1859-1941).

B. AUGUSTO COMTE Y EL POSITIVISMO.

El pensamiento comtiano, en cuanto incide en la filosofía de la historia, se examina en la segunda parte de esta obra. Nos corresponde aquí explicar -antes que otra cosa- los fundamentos de su Cours de Philosophie positive (1830-1842), "obra llena de ideas, pero larga y pesada".99
El conocimiento humano, como la humanidad misma, se desarrolla en tres estadios: el teológico, el metafísico y el positivo. En este último, la mente humana comprende que es imposible abarcar la esencia absoluta de la realidad y que únicamente se pueden establecer, como explica Messer, los hechos y sus leyes, valiéndose para esto de la observación y de la experimentación y entendiéndose por "leyes" las regularidades en el curso de los fenómenos.100 Ahora bien: a diferencia de lo que ocurría en los estadios anteriores, en el positivo se llega a la conclusión de que todo conocimiento es relativo, porque la realidad es avizorada desde el punto de vista del hombre y porque las leyes naturales nada nos dicen sobre "la esencia" de los fenómenos, sino sobre sus relaciones.
Por lo que dice a la teoría del conocimiento, el positivismo comtiano es rigurosamente empirista. -"El Positivismo, escribe Preti, es decididamente laico, revolucionario y, por ello, antimetafísico. A las nebulosidades y arbitrios de un saber fundado en la fe, en el 'corazón', o en la intuición genial, contrapone el método objetivo, experimental o 'positivo' de la ciencia natural".101 Esto porque, dentro del ámbito espiritual europeo, el positivismo se presenta ante todo, como una reacción intelectual y racionalista contra el romanticismo y, por ende, contra el primado de la intuición, de la "sensibilidad" y de la "imaginación creadora".
En la Primera Lección de su Curso de Filosofía Positiva declaró Comte: -"La filosofía teológica y la filosofía metafísica se disputan hoy la tarea, demasiado superior a las fuerzas de una y otra, de reorganizar la sociedad; entre ellas solas subsiste aún la lucha en este respecto. La filosofía positiva no ha intervenido hasta ahora en la contienda más que para criticarles a las dos (...). Situémosla, por fin; en estado de desempeñar un papel activo, sin inquietarnos por más tiempo de los debates, que ahora ya son inútiles Completando la vasta operación intelectual comenzada por Bacon, por Descartes y por Galileo, construyamos directamente el sistema de ideas generales que esta filosofía está destinada a hacer prevalecer indefinidamente en la especie humana, y que determinará esencialmente la crisis revolucionaria que atormenta a los pueblos civilizados".102
Comte, de consiguiente, concibió su filosofía como algo definitivo y apto por excelencia para informar una revolución social inevitable. La sociedad, su contexto y su evolución, constituían en definitiva la meta de la inquietud mental de Comte. De aquí que después del Curso de Filosofía Positiva redactara su Systéme de politique positive ou traité de sociotogie (1852-1854). En el Preámbulo general de esta última obra, escribió Comte: -'El positivismo se compone esencialmente de una filosofía y de una política, necesariamente inseparables, como formando la una la base y la otra el fin de un mismo sistema universal, en el 'que la inteligencia y la sociabilidad se hallan íntimamente' combinadas. En efecto, por una parte, la ciencia social no es sólo la más importante de todas, sino que ante todo proporciona el único lazo, á la vez lógico y científico, que desde ahora soporta el conjunto de nuestras contemplaciones reales (...). Y, por otra parte, a medida que el curso natural de los acontecimientos caracteriza la gran crisis moderna, la reorganización política se presenta cada vez más como necesariamente imposible sin la reconstrucción precedente de las opiniones y de las costumbres. Una sistematización real de todos los pensamientos humanos constituye, pues, nuestra primera necesidad social, análogamente referente al orden y al progreso".103
Los títulos de las obras de Comte prometen más de lo que ofrecen en realidad. El pensador francés, sin embargo, tuvo el mérito de haber acuñado el nombre y sentado las bases de la nueva ciencia de las sociedades. es decir, de la sociología. Y de haber contribuído a la filosofía de la historia con algunas tesis de cierta importancia.

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