domingo, 28 de noviembre de 2010

Parte 8

Es este el momento filosófico francés, su programa y su gran ambición. Yo creo que había ahí un deseo esencial; afín de cuentas, toda identidad es identidad de un deseo. Había el deseo esencial de hacer de la filosofía una escritura activa, el medio de un nuevo sujeto, el acompañamiento de un nuevo sujeto. Así pues, hacer del filósofo otra cosa que un sabio, acabando con la figura meditativa, profesoral o reflexiva del filósofo. Hacer del filósofo otra cosa que un sabio, es hacer de él otra cosa que el rival de un sacerdote. Hacer de él un escritor combatiente, un artista del sujeto, un amante de la creación, un militante filosófico, estos son nombres para este deseo que atravesó este periodo y era que la filosofía actuase en su propio nombre. Todo esto me hace pensar en una frase de Malraux quien la atribuye a de Gaulle en su texto Les chênesqu'onabat: la grandeza es un camino hacia alguna cosa que no se conoce. Creo que la filosofía francesa de la segunda mitad del siglo XX, el momento filosófico frances, ha propuesto en el fondo a la filosofía preferir el camino al conocimiento del fin, la acción o la intervención filosófica a la meditación y a la sabiduría. Ha sido una filosofía sin sabiduría, eso mismo que hoy se le reprocha.
Pero el momento filosófico francés ha deseado en el fondo la grandeza más bien que la felicidad. Creo que hemos deseado en todos los sentidos especial, que es en efecto problemática: nosotros hemos deseado ser los aventureros del concepto. Es en el fondo desear no una separación clara entre vida y concepto, ni tampoco que la existencia sea sometida a la idea o a la norma, sino que el concepto él mismo sea un camino del que no se conoce forzosamente el fin. Tras la época de los aventureros viene generalmente la época del orden. Este es el problema. Se comprende: hubo en esta filosofía un lado pirata, Deleuze lo llamaba voluntades nómadas.
Aventureros del concepto me parece es la fórmula que podría reconciliarlos todos, y es por lo que yo diría que hubo en Francia, en el siglo XX, un momento de aventura filosófica.

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